Anímate con un puff y dale a tu hogar comodidad y diversión
Lo antiguo vuelve, o quizá es que nunca pasó de moda. Los puff consisten en un saco lleno de bolitas de porexpan u otros materiales ligeros. La idea de llenar un saco con algo blandito para que haga de colchón es muy vieja, pero este tipo de mobiliario (si podemos considerarlo como tal) se ha convertido en algo tremendamente popular entre los jóvenes y los no tan jóvenes. Se trata de elementos que no solo resuelven una necesidad (la de sentarse o tumbarse para descansar) sino que lo hacen dando un toque de color y diseño a nuestro hogar. Después de leer esto querrás hacerte con uno.
Los puff son muy flexibles en cuanto a su uso. Al ser ligeros no es necesario dejarlos en un sitio fijo, sino que se pueden cambiar de lugar muy a menudo, según nuestras necesidades. Pese a que no son cómodos de agarrar, se deslizan con facilidad, y a menudo cuentan con una funda extraíble que se puede lavar, con lo que la limpieza no suele ser un problema. Al estar disponibles en multitud de colores, dan un ambiente chill-out al salón o terraza, y suele ser un elemento que gusta a las visitas.
Pero no olvidemos su mejor característica: son realmente cómodos. Al estar lleno de bolitas, al tumbarse en ellos, por acción de nuestro propio peso, el puff adopta la forma de nuestra espalda y nuestras piernas. La presión es mínima y la sensación es la de estar flotando en el agua. Los buenos puff ceden los suficiente para coger forma pero sin llegar a hundirse y resultar incómodo, con lo que apostar por un modelo de calidad siempre merece la pena. ¿La parte mala? Que cuando te has acostumbrado a sentarte en un puff para ver tu programa favorito, no encontrarás nunca más un sofá que te resulte tan cómodo.
Un puff para cada rincón de la casa
El puff tradicional suele tener forma ovalada o rectangular. Su uso principal es simplemente el de servir de descanso y la postura suele ser muy relajada, tanto que es posible que el puff se vuelva tu nuevo lugar favorito para echarte una siesta.
Pero si bien ese es el modelo más clásico, podemos encontrar muchos otros que cumplen otro tipo de cometidos perfectamente.
El puff sillón. Es un poco más robusto y tiene una forma más definida. Éste sí que se usa más como sustituto de sillas o mesas ya que permite mantener una postura más recta, ideal para colocarlos alrededor de una mesa con los amigos.
El puff pera. Éste es parecido al de sillón pero cuenta con un hueco bastante grande para sentarse, lo que hace que te hundas mucho más y de la sensación de estar envuelto por la tela del puff. Si vas a estar muchas horas sentado pero necesitas cierto apoyo en la espalda y la cabeza, esta sería la elección perfecta.
El puff de jardín. De un tamaño considerable (algunos superan los dos metros de largo) este tipo de puffs están pensados para el exterior. Reforzados con una tela más gruesa y resistente, estos puffs toleran la humedad y la decoloración que causa el sol, con lo que son apropiados para jardines o piscinas. De hecho la mayoría de estos admite incluso su uso en las playas, ya que son lo suficientemente resistentes como para usarse en la arena sin deteriorarse mucho.
Dentro de todos estos tipos, hay muchas variaciones, sobre todo en lo que respecta al apoyo lumbar, ya que muchas personas no se sienten cómodas sin un respaldo sólido.
Los puff están de moda y son elementos que encajan perfectamente tanto en salones modernos como en entornos más juveniles. Son una opción relativamente barata si lo comparamos con sofás o sillones tradicionales, pero sobre todo, son cómodos a la vez que divertidos. Los puff son perfectos para cambiar la decoración de una habitación, de la terraza o del salón y no es una decisión arriesgada ya que al haber tantos tipos diferentes (lona, tela, cuero…) siempre podrás encontrar uno que encaje en tu espacio como un guante.
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