Hace años que la Unión Europea modificó la directiva sobre etiquetado en los electrodomésticos para que mostraran de una manera sencilla y fiel a la realidad, su nivel de gasto energético. Estas etiquetas han proporcionado información muy sencilla a los consumidores y ha permitido que cualquier persona pueda elegir y comprar electrodomésticos eficientes sin necesidad de conocimientos técnicos.
La etiqueta, muy conocida a estar alturas, clasifica los electrodomésticos en función de su gasto de electricidad con una escala con letras que va desde la letra D (un consumo alto de energía) a la A+++ (el más eficiente). En un principio la clasificación fue algo distinta ya que empezaba en la letra G y llegaba hasta la A. Este cambio en los niveles se produjo al cabo de unos años debido a la competencia de las marcas por hacer sus productos lo más eficientes posibles. Debido a esto, apenas se veían modelos por debajo de la letra C, y la mayoría ya mostraban la A o la B. Por este motivo hubo que rehacer la clasificación para que representara de una manera más realista el consumo energético. No obstante en la práctica lo más común es ver modelos por encima de la A, lo que da idea de la innovación que ha experimentado este mercado en los últimos años.
Un consumo medio, según el nuevo etiquetaje, sería la A (indicado en color amarillo) Tomando este nivel como base, un aparato A+++ (máxima eficiencia) consumiría alrededor de un 50% menos que el A. En cambio un electrodoméstico marcado con la letra D (mínima eficiencia energética) consumiría alrededor de un 25% más que la A.
Es eficiente pero… ¿ahorro de verdad?
Dado que las características de estos aparatos no ha hecho más que mejorar, cabe preguntarse si la diferencia entre la eficiencia en estos modelos compensa a largo plazo. Sería lógico pensar que un ahorro de electricidad no compensa un alto precio de una lavadora eficiente, por ejemplo. Por suerte esto no suele ser así.
El gasto de electricidad de los electrodomésticos supone aproximadamente un 50% del consumo total de electricidad del hogar. Este porcentaje varía dependiendo del tamaño, el número de personas y de los hábitos, pero queda claro lo importante que es elegir aparatos eficientes para que la factura de la luz no sea alta.
Por ejemplo, la diferencia anual en euros del gasto que produce un frigorífico de tamaño grande y clasificación B comparado con uno A+++ (la máxima eficiencia en el mercado en estos momentos) supone un ahorro de hasta 55€. La misma clasificación pero en lavavajillas supone 35€ y la lavadora llegaría hasta los 24€. Eso supone aproximadamente unos 114€ de ahorro anual. Al cabo de algunos años el ahorro en electricidad podría compensar la compra de un nuevo aparato.
Los electrodomésticos de alta eficiencia energética suelen ser más caros, pero también suelen ser productos de más calidad, con lo que si al menor gasto de electricidad sumamos el hecho de que probablemente duren más, el ahorro a largo plazo está asegurado.
¿Cómo elegir un electrodoméstico eficiente?
No solo hay que fijarse en clasificación energética sino en su consumo real indicado también en la etiqueta. Ahí podremos comprobar el consumo medio anual de referencia para ese producto, que al estar normalizado y mostrarse de la misma manera para todos los modelos de electrodomésticos, será muy sencillo comparar cuál gasta menos.
Es importante elegir productos que se adapten a nuestras necesidades reales. Una lavadora A+++ con capacidad para 9kg de ropa probablemente no sea una buena elección para una persona soltera. Primero hay que conocer nuestras necesidades, elegir qué tipo de aparato necesitamos en base a sus características y finalmente seleccionar el modelo más eficiente de entre los que son similares y se adaptan a lo que queremos.
Hay que procurar que elijamos el modelo que elijamos, sea siempre A+++ o A++. El medio ambiente y nuestro bolsillo nos lo agradecerá.
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