Certificación energética: compromiso con la sociedad y el medio ambiente
¿Es la certificación energética un compromiso de todos?
El pasado día 13 de abril de 2013 se publicó en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto 235/2013, de 5 de abril, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios. De acuerdo con esta normativa, a partir del 1 de junio de 2013, en la Comunidad de Madrid, se exige en todos los contratos de compraventa o arrendamiento, la presentación del certificado de eficiencia energética de la vivienda, con objeto de que tanto el comprador o arrendatario como el propietario, conozcan las características energéticas del inmueble.
La obligatoriedad de contar con el certificado energético para la venta o alquiler de una vivienda ha desvelado que la mayoría de las casas certificadas hasta el momento son “F” o “G”, es decir, una calificación baja; sin embargo, hay viviendas, pocas todavía, que han obtenido la mejor calificación energética, una “A”.
Los factores determinantes para conseguir la máxima calificación energética se deben plantear desde el inicio del proyecto, alguno de ellos son:
Orientación y compacidad del edificio: teniendo en cuenta cuáles son las mejores orientaciones para las viviendas dependiendo de las actividades día-noche.
Mejora de la envolvente térmica del edificio: aumentando el aislamiento térmico de las fachadas, cubiertas y soportales e incorporando vidrios bajo emisivos.
Control de la ventilación de las viviendas: planteando sistemas de doble flujo con recuperación del calor del aire de extracción.
Mayor eficiencia de las instalaciones energéticas: instalando calderas de condensación en combinación con sistemas de calefacción de baja temperatura como el suelo radiante, o instalaciones geotérmicas con forjados activos; mejorando los rendimientos de las máquinas de climatización, e instalando energía solar térmica para cubrir parte de la demanda de agua caliente sanitaria (ACS).
Con estas medidas, una vivienda “A” en comparación con una vivienda “D” consigue ahorros económicos de hasta un 79% sobre los consumos energéticos de calefacción, refrigeración y ACS, y ahorros en emisiones de CO2 de hasta un 74%; contribuyendo a la sostenibilidad entre la sociedad y el medio ambiente.
Teresa Marzo, directora del departamento de proyectos de Vía Célere